Cuando escuché hablar de la poutine en Quebec, lo primero que imaginé fueron unas papas fritas crujientes con queso, al estilo de las parrillas de carne en Los Teques, Venezuela. Pero la primera vez que la probé, mi experiencia fue otra. ¡Nadie me avisó que las papas estarían nadando en salsa de carne y que de crujientes no tendrían ni el nombre! Mi reacción fue una mezcla entre sorpresa y decepción. No puedo decir que la odié, pero tampoco entendía por qué tanta gente la amaba.
Con el tiempo, me acostumbré y hasta la consumo con cierta frecuencia, pero esa primera impresión quedó grabada.
Lo curioso es que, aunque la versión clásica lleva papas fritas, queso en grano y salsa gravy, existen muchas variantes. Algunas incluyen carne de cochino desmechada, chorizos, salchichas o ingredientes gourmet. Un día me entró la curiosidad y decidí investigar cómo se originó este peculiar plato. Aquí te cuento lo que descubrí.
¡Un Maldito Lío!: El Origen de la Poutine
Como toda buena receta legendaria, el origen de la poutine está lleno de versiones y debates. La historia más popular nos lleva a la década de los 50 en Quebec, donde varias localidades se disputan la autoría. Una de las versiones más aceptadas apunta a un pequeño restaurante en Warwick llamado Le Café Idéal, propiedad de Fernand Lachance.

Se dice que en 1957, un camionero llamado Eddy Lainesse entró al restaurante y pidió una bolsa de papas fritas para llevar. Pero no quería comerlas solas, así que le pidió al dueño que le agregara unos trozos de queso en grano. Lachance, sorprendido, exclamó: §ça va te faire une maudite poutine! («¡Eso hará un maldito lío!»). Pero igual se la sirvió.
Más adelante, para evitar que las papas se enfriaran rápido, comenzaron a bañarlas en salsa caliente. Y así, sin planearlo, nació la poutine.
De la Calle a la Fama: El Ascenso de la Poutine
Durante los años 60, la poutine se convirtió en un plato básico en los snack bars y restaurantes de comida rápida de Quebec. Era barata, saciante y perfecta para una comida rápida. Pero no todo el mundo la veía con buenos ojos.
Hubo una época en que la poutine era considerada «comida de obreros», y en algunas partes de Canadá la miraban con desdén. No fue hasta los 80 y 90 cuando comenzó a ganar reputación fuera de Quebec. Las cadenas de comida rápida, como McDonald’s y Burger King, la incluyeron en sus menús, y poco a poco la poutine dejó de ser un plato local para convertirse en un ícono nacional.
La Poutine Gourmet: ¿Evolución o Sacrilegio?
Cuando la poutine cruzó las fronteras de Quebec, aparecieron versiones más sofisticadas. Restaurantes de alta cocina comenzaron a servir poutines con foie gras, langosta, trufa o salsas especiadas.
Esto dividió opiniones. Algunos defensores de la poutine tradicional criticaron esta «gourmetización», argumentando que le quitaba su esencia humilde. Otros lo vieron como una evolución natural de la gastronomía. Lo cierto es que hoy existen poutines para todos los gustos: desde la clásica de un snack bar hasta creaciones dignas de chefs con estrella Michelin.

La Poutine y Sus Variantes: ¡Elige Tu Propia Aventura!
Si hay algo que hace especial a la poutine es su versatilidad. Aunque la receta original sigue siendo la más popular, hay un sinfín de variaciones. Algunas de las más interesantes son:
- Poutine con carne ahumada: Muy popular en Montreal, se le añade carne de smoked meat cortada en finas lonjas.
- Poutine con pulled pork: En algunas regiones la sirven con cerdo desmechado y salsa BBQ.
- Poutine con chorizo y salchichas: Para los amantes de las carnes embutidas.
- Poutine D’Or: Un restaurante en Quebec que te permite personalizarla con los ingredientes que quieras.
El Misterio del Nombre: ¿Por Qué «Poutine»?
Aún hoy no hay consenso sobre el origen de la palabra «poutine». Algunos dicen que proviene del argot quebequense y significa «mezcla» o «revoltijo». Otros creen que viene del inglés «pudding». Lo que sí sabemos es que, sin importar su etimología, la poutine ya es parte del ADN culinario de Quebec.
Mi Relación con la Poutine Hoy
A pesar de mi sorpresa inicial, con el tiempo le agarré el gusto a la poutine. No puedo decir que sea mi platillo favorito, pero cuando quiero algo reconfortante y llenador, no dudo en pedirme una. Eso sí, sigo prefiriendo las papas fritas crujientes.
Y tú, ¡cuéntame! Si ya probaste la poutine, ¿te enamoraste a primera vista o también tuviste una relación de amor y odio como yo?