Fiestas y feriados en Québec: cuando el Saint-Jean me dejó sin luz ni vecinos

Fiestas y feriados en Québec: cuando el Saint-Jean me dejó sin luz ni vecinos

Si hay algo que me gusta de Québec —además de sus paisajes nevados, los mercados de verano y el sirope de maple— es que cada tanto, como buena provincia orgullosa de su identidad, se toma un respiro en forma de feriado. Ahora, que me gusten no significa que los entienda del todo. Y menos cuando alguno de esos días me deja sin luz, sin vecinos… y sin explicaciones.

La Saint-Jean-Baptiste: identidad, fuegos artificiales y un poco de locura

El 24 de junio, Québec entero celebra la Fête nationale, también conocida como Saint-Jean-Baptiste. Para los québécois de pura cepa, es algo más que un día libre. Es una declaración cultural, un símbolo de orgullo, una excusa perfecta para montar escenarios, cantar en francés hasta quedarte ronco, y prender fuegos artificiales como si no hubiera un mañana.

Yo, que venía de culturas donde los feriados son más bien religiosos o patrios pero menos identitarios, al principio no entendía del todo la magnitud de la fecha. ¿Un feriado por ser… québécois? ¿Y por qué nadie me avisó que esto venía con tanto escándalo? ¿Y por qué me desperté sin luz ese día?

Sin vecinos, sin luz y con olor a parrillada

El primer año que viví en Sainte-Marie, la noche del 23 de junio, mis vecinos desaparecieron como por arte de magia. Esa mañana los vi moviendo hieleras, banderas, mochilas y parlantes, pero como aún no hablaba muy bien francés, no entendí si se estaban yendo de viaje o armando una mudanza exprés.

Spoiler: se iban a celebrar la Saint-Jean en casa de algún familiar con terreno, fogata y posibilidad de poner música hasta las 4 am sin que nadie llame a la policía.

Y yo me quedé sola, sin wifi (porque sí, también se fue el internet), sin electricidad, y con el olor tentador de alguna parrillada lejana que me torturó hasta la medianoche. Quedé como náufraga emocional, con mi linterna en mano y un libro a medio leer. Ahí fue cuando entendí que esta no era una fiesta más. Era LA fiesta.

Más feriados que días productivos (y no me quejo)

Québec tiene su propio calendario emocional. Además de la Saint-Jean, están el Jour du Souvenir (11 de noviembre), el Fête du Travail, y por supuesto, las celebraciones compartidas con el resto del país como el Día de Canadá (1 de julio)… aunque acá ese día se vive más como la jornada de las mudanzas, porque la mayoría de los contratos de alquiler vencen el 30 de junio. Es como un Tetris de camiones de mudanza y colchones por toda la ciudad.

Y no olvidemos la Semana de la Construcción, en julio, cuando medio Québec entra en modo vacaciones forzadas. No hay obra, no hay ruido, y todo el mundo aprovecha para desaparecer. Si tenías una cita médica o un trámite en mente… olvidate, vuelve en agosto.

El silencio sospechoso del Día de Acción de Gracias

Otra curiosidad: el Thanksgiving canadiense se celebra en octubre, no en noviembre como en EE.UU. Y aunque hay pavo, pastel de calabaza y algo de ambiente otoñal, no tiene ese nivel de euforia cinematográfica que vemos en las películas.

A mí me tocó pasarlo sola un par de veces, y fue… silencioso. Casi tanto como mi barrio durante la Saint-Jean. Solo que en vez de fuegos artificiales, hay hojas cayendo, y en vez de música a todo volumen, hay sopas calientes y siestas largas.

Aprender a amar lo que no se entiende (todavía)

Con el tiempo, aprendí a apreciar estas fechas. Ya sé cuándo comprar velas antes de que corten la luz, cuándo hacer las compras porque el súper va a cerrar, y cómo sonreír al vecino con su bandera del Québec colgando en el balcón.

No entiendo del todo esa devoción por la Saint-Jean, pero la respeto. Y aunque todavía me cuesta acostumbrarme al calendario local, a veces me sorprendo disfrutando esos silencios colectivos, esas pausas que interrumpen la rutina y nos recuerdan que esta provincia tiene un ritmo propio.

Un ritmo que no siempre coincide con el mío… pero al que le voy agarrando cariño.


¿Y tú?

¿Te tocó vivir algún feriado québécois sin entender ni jota de lo que pasaba? ¿Tienes alguna anécdota divertida o desconcertante con las celebraciones de aquí?
Cuéntame, que siempre es bueno reírse en compañía (aunque sea sin luz 😉).

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